Cuando miras ahí fuera y ves que todo es una puta mierda sientes la necesidad de crear tu propio mundo, aunque sea tan pequeño como tu habitación...

viernes, 8 de julio de 2011

Del verbo coraza


A edades como la nuestra los corazones segregan ciertas sustancias antideslizantes que también aíslan e insensibilizan el tacto de la novedad. La pregunta no es si acabas de pintar tu corazón para que parezca nuevo sino ¿cuántas manos de pintura lleva?, ¿podrás esperar a que se seque, o no te importa que otros brazos urgentes se manchen de ese recién pintado rojo tuyo?

(Te advierto que la pintura fresca coloca y distorsiona el juicio)

Cada relación fallida genera desperfectos estructurales. Cada relación larga pero sin chispa genera óxido y corroe en silencio. Me quedo con los corazones recién estrenados. Nada como un corazón en garantía. Sin miedo a las arritmias. Ni a los soplos.

Volver a empezar con tres capas de pintura entre pecho y espalda requiere un mayor mantenimiento. Revisiones periódicas y posibles parches en las costuras de la experiencia. El amor verdadero sólo se da entre cardiólogos.

(Corazón, a nuestra edad, viene del verbo coraza. Cuando yo coraza, tú coraza y él coraza)

Le digo esto al tipo que me está mirando fijamente a través del espejo retrovisor de mi taxi. También le digo que conozco otra opción: raspar las capas de pintura con una espátula. Le advierto que tiene sus riesgos. Se pueden colar briznas de pintura seca a través de las aurículas y los ventrículos y acabar necesitando un transplante o un corazón artificial.

- La vida es eso. Asumir riesgos – me dice el del otro lado del espejo.

Su cara me suena. Su voz también.

En esto miro a mi alrededor. Estoy solo en mi taxi.

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